Si consideramos que el fin de la Inteligencia Artificial General es conseguir replicar el cerebro humano y sus funcionalidades quizá debamos reflexionar también sobre las posibilidades de que se repliquen también otros elementos tales como: frustración, miedo, ansiedad e, incluso, enfermedad mental. De todo esto y el papel de las entidades sociales en este sentido reflexionamos en el post de hoy
Durante el mes de Julio contamos con la colaboración de Mario Garcés, fundador y CEO en The MindKind, empresa CEEIARAGON adscrita a sus servicios CRECE, que desarrolla desde una pedanía de Castejón de Sos en Huesca un proyecto para dotar a las máquinas de una avanzada inteligencia artificial. Mario Garcés es investigador en neurociencia e Inteligencia Artificial General Algorítmica – AAGI y fundador de «The Mindkind» una empresa que a partir de investigación en neurociencia, desarrolla dos líneas de negocio complementarias y sinérgicas: el desarrollo de sistemas de Inteligencia Artificial General (AGI) y la formación para el desarrollo del Learning Agility en los líderes.
Mario nos hace un breve resumen de la diferenciación entre Inteligencia Artificial General e Inteligencia Artificial Estrecha y nos introduce un gran tema sobre el que reflexionar en este post: la posibilidad de replicar funcionalmente las capacidades que tiene el cerebro biológico en las máquinas.
Pero lo primero es lo primero y aquí tenéis a Mario, para que os lo cuente de primera mano:
Tal y como Mario ha explicado podemos diferenciar dos tipos de Inteligencia Artificial: estrecha y general.
Inteligencia Artificial Estrecha
Esta inteligencia podría decirse que es similar a los reflejos que tenemos los seres humanos. Que no dejan de ser procesos automatizados para una tarea concreta que nos permiten resolver de forma eficaz. No son adaptativos, no resuelven problemas que podrían ser parecidos
Inteligencia Artificial General
Es el tipo de inteligencia que es capaz de abstraer conocimiento para crear relaciones entre conceptos extrapolando así conocimiento de un ámbito a otro. Esta es la inteligencia artifical que realmente no existe, a la que Mario denomina como «El Santo Grial»
El Desafío
En The Mindkind cuentan con profesionales de la neurocienca y la psicología, pues, lo que se pretende con la inteligencia artificial general es llegar a crear una réplica de nuestro cerebro. Es decir, conseguir que se tengan las mismas funcionalidades que son capaces de tener respuestas adaptativas. Inteligencias que sean capaces de utilizar los mismos conceptos para tareas diferentes y extrapolar estos conceptos para construir nuevos.
Ahora bien, si queremos construir algo lo más parecido a nuestro cerebro…. desde el club digital de La Rueca Asociación nos planteamos…. ¿podrán estos cerebros «enfermar»? Es decir, podrán llegar a tener depresión, ansiedad…. ¿podrán querer suicidarse? Desgranemos el asunto para poder abordarlo desde diferentes ópticas.
Inteligencia Artificial y enfermedades mentales
Según la Vanguardia:
«Un ordenador normal (es decir, no autoconsciente) puede estar hasta las cejas de virus, de aplicaciones mal desinstaladas, tener el registro de Windows como un bebedero de patos, estar sobrecalentado… y funcionará mejor o peor desde nuestro punto de vista, pero “personalmente” no tiene ningún problema, porque “personalmente” no tiene nada, no es un ser sintiente. Tampoco va a sentirse feliz y a gusto por estar perfectamente configurado con la última versión más guay de un sistema operativo, con los discos nuevecitos, a temperatura óptima, etc. No siente, ergo no padece. Y recuerda que la palabra patología viene de pathos. No tendría ningún sentido lógico, aunque tal vez sí metafórico, atribuirle patologías de ningún tipo.
Pero si suponemos que el ordenador sufre cuando está en malas condiciones, podría tal vez ocurrir que (si asumimos también que esa autoconciencia puede controlar hasta cierto punto su propio comportamiento, como suponemos que es nuestro caso), tal vez pasase cada vez más tiempo comprobando el estado de su sistema de archivos y ejecutase una y otra vez procesos de defragmentación de sus discos, perdiendo con ello un tiempo de CPU precioso para sus tareas normales. Tendríamos algo muy parecido a un ordenador con un trastorno obsesivo-compulsivo.»
En un artículo de Xataka.com nos hablan de dos profesionales clave en este sentido:
1. El profesor Ashrafian, es cirujano y profesor de medicina en el Imperial College London. (os dejamos aquí el link a su estudio) plantea que la pregunta central es si la enfermedad mental es algo que está ligado a las capacidades cognitivas y emocionales del ser humano o no. De ser así, «a medida que las inteligencias artificiales se parecen más a nosotros, a medida que aprenden de nosotros podrían desarrollar problemas parecidos a los nuestros». Hay que reconocerle que, por lejano que pueda sonar, el argumento es tremendo.
2. Helena Matute. Catedrática de Deusto, gran defensora de abrir el debate «por lo derechos humanos de los robots» En palabras de Helena: «Estamos entrando en unos problemas muy gordos, problemas reales: creamos estos seres a los que les damos inteligencia, capacidad de aprendizaje, emoción y sentimientos, ¿y no van a tener ningún derecho? ¿Van a ser nuestros esclavos? Hay que pensarlo».
¿Por qué nos interesa este tema como tercer sector?
La respuesta es tan obvia que casi asusta. Hablando del metaverso, al que llama «metatrampa«, Esther Paniagua, apunta que:
«Muchos problemas de la digitalización y de la automatización vienen de que estamos trasladando a lo digital las mismas estructuras y procesos que sabemos que no funcionan, en lugar de aprovechar para repensarlos: para desburocratizar, para mejorar los servicios públicos y privados, para facilitar la participación democrática y el acceso.
En lugar de pensar en llevar el mundo virtual que conocemos a un siguiente nivel, reproduciendo y perpetuando sus lacras, debemos centrarnos en arreglarlo primero: en hacer que funcione para todo el mundo, en construir espacios democráticos, cívicos y saludables basados en el respeto a los derechos humanos.»
Es decir, realmente lo que parece es que estamos trasladando TODO tal cual lo vemos ahora a lo digital. El metaverso será una copia de nuestro mundo, con sus lacras, desigualdades e injusticias y la Inteligencia Artificial General será una copia de nuestro cerebro (si se consigue) y, por tanto, no estará carente de la posibilidad de sufrir de la misma forma en que lo hace nuestro cerebro ahora.
Por tanto, al igual que son fundamentales los perfiles profesionales técnicos: ingenierios/as, matemáticos/as, desarrolladores/as de software….etc. y también son necesarios los perfiles más «biológicos» como neurobiólogos/as, psicológos/as… quizá también debamos contar con profesionales como filósofos/as o incluso trabajadores/as sociales, agentes de igualdad, educadores/as sociales… etc. que acompañen el proceso de crecimiento y autoconocimiento de estos robots.
De hecho, existe ya la figura del profesional de la psicología para los robot. como Martina Mara, investigadora, asesora en robótica y columnista en algunos medios de comunicación que realiza «terapia» en el que analizan los procesos “mentales” que ocurren en estas máquinas, sus reacciones ante ciertas situaciones, etc.
Conclusiones
Y es que, como ya nos ha ido pasando a lo largo de los tiempos, a veces la realidad supera la ficción o lo que se escribió e ideó hace tiempo como novelas o ciencia ficción no está tan lejos de lo que comienza a suceder. Por eso, terminamos con una reflexión de un usuario de Quora que, respecto a la pregunta de si las inteligencias artificiales podrían desarrollar enfermedades mentales, rememoró la película «2001, Una odisea en el espacio»,una película tremenda de 1968 de Stanley Kubrick en la que nos encontramos con una situación parecida a la que estamos describiendo. Por cierto, si aún no la has visto, no esperes más.
Y es que podemos pensar que si dotamos de conciencia a las máquinas…. ¿qué haremos cuando tengan fallos? ¿Las desconectaremos sin más? ¿Esto sería una forma de «asesinato»? ¿Quién velaría por estos humanoides? Quizá las ONG y entidades sin ánimo de lucro tengamos un lugar mucho más presente en el metaverso y en el universo de la inteligencia artificial del que creemos a priori. Y, por eso, quizá es mucho más necesario que estemos desde el principio en estos debates y en estos sitios en los que se genera el futuro.