Emprendedores y Grupo Cooperativo Cajamar quieren poner en valor la innovación agroalimentaria y para ello han seleccionado a una veintena de proyectos españoles con mucho potencial en esa dirección
Feltwood es una empresa zaragozana, con sede en el Centro de Empresas e Innovación de Aragón (CEEIARAGON) de Zaragoza, en la que se desarrolla tecnología que permite producir materiales industriales a partir de residuos vegetales. El resultado final son unos materiales 100% fibras vegetales completamente biodegradables, reciclables y compostables. Cierran así el concepto completo pasando de la economía de espiral a la economía circular a la vez que generan materiales resistentes y versátiles útiles en numerosos sectores.
Aprovechando que la agricultura y la transformación de los alimentos generan una gran cantidad de residuos no aptos para alimentación y, en muchos casos, contaminantes para el medio ambiente, en Feltwood llevan años investigando el aprovechamiento de estos residuos procedentes de vegetales como la lechuga o la alcachofa para, mediante un proceso de transformación, convertirlos en materia prima.
La empresa tiene ya identificada una gama de 42 tipos distintos de residuos vegetales susceptibles de convertirse en lo que ellos denominan ‘Materia Prima Feltwood’. En el mismo proceso de investigación han obtenido, además, un subproducto que consiste en un fertilizante natural de grandes propiedades.
La versatilidad de sus materiales
De poco serviría la identificación de esos residuos si luego no se reutilizan y reincorporan a la cadena de valor. Entramos aquí en una segunda fase del proyecto de Feltwood que se centra en moldear la materia prima para fabricar productos finales. Para ello, partiendo de esos 42 tipos de residuos, han creado cuatro categorías de materiales con distintas funcionalidades en la industria. Se trata de los siguientes:
Feltwood Hard. Un material dos veces más duro que la madera más dura. Se puede cortar, mecanizar y atornillar; no se astilla y que permite aplicaciones como tableros, juguetes o muebles, entre otras.
Feltwood Pack. Adecuado para embalajes ligeros encaminados a sustituir plásticos y recipientes como las bandejas de corcho para la fruta y la verdura, del supermercado.
Feltwood Insulation. De este se obtiene un material útil para aislamiento térmico y acústico. Sus cualidades lo convierten en una alternativa para el sector de la construcción, cámaras y vehículos frigoríficos o techos modulares.
Feltwood Anti-impact. Un material ligero, moldeable, con gran resistencia a los golpes y a la compresión. Sus propiedades lo hacen adecuado para embalajes de protección.
En todos los casos hablamos de unos materiales 100% reciclables, con una baja huella de carbono, resistentes y versátiles fruto de más de 5 años de investigación y desarrollo.
El propósito de acabar con los plásticos
Feltwood nace de la inquietud de su fundadora, Arancha Yáñez, diseñadora de productos. Dispuesta a no volver a utilizar plásticos, en 2016 se adentra en la búsqueda de materiales alternativos útiles para la industria, pero también respetuosos con las personas y con el medioambiente.
Mientras Yáñez llevaba a cabo sus indagaciones, en otro punto de Zaragoza se hallaba Óscar Longares, un ingeniero técnico industrial dispuesto a abandonar su trabajo para emprender y crear algo que hiciese el mundo un poco mejor. En esta línea había concebido una plataforma de formación en habilidades directivas y de liderazgo que facilitara la felicidad en la empresa. En esas estaba cuando, en 2018, coincide con Yáñez en un evento de emprendedores llamado ‘Startups in Love’. Cautivado por el proyecto de Feltwood, “que tenía un propósito mucho más elevado que el mío, dejé lo que me traía entre manos y a la semana estaba enganchado”. Desde entonces, Longares ejerce como responsable de Desarrollo de Negocio.
La tecnología de Feltwood está ya patentada. Como empresa, ofrecen al mercado tanto un producto/servicio como una metodología de trabajo. La forma de monetizar es doble. Por un lado, licencian la tecnología a un tercer fabricante interesado en realizar productos acabados, utilizando su materia prima como valor diferencial. Por otro, se ofrecen como socios industriales para aquellos que no quieren acometer el proceso completo. Conforme a este modelo, fabricantes y distribuidores de producto final y gestores de residuos, serían sus principales clientes.
Bandeja desarrollada por Feltwood
La hoja de ruta
Actualmente, Feltwood se encuentra en un momento de escalado industrial. Disponen de una planta preindustrial en Zaragoza donde llevan a cabo pruebas, tareas de demostración de la tecnología de cara a los clientes que quieran montar sus propias plantas o pequeñas tiradas de producto. Pasar a la fase industrial definitiva lo condicionan a la entrada de más clientes finales, objetivo que se proponen alcanzar en 2022. Amortizar esa planta, llevaría unos 5 años dado que no hace falta diseñar maquinaria nueva para ponerla en marcha aunque sí deba emplazarse cerca de los residuos.
La financiación conseguida por Feltwood hasta ahora asciende a 1.400.000 euros, casi todo destinado al I+D y procedente, en parte, de una subvención del programa el H2020 del Instrumento Pyme fase 1, y de reconocimientos como el Premio Emprendedor XXI de la Caixa o el apoyo de Open Value Foundation, organización sin ánimo de lucro que impulsa la inversión de impacto social. Han despertado también interés entre los responsables del programa europeo de EIT Food, donde se reúnen emprendedores en el sector de la agroalimentación que exploran nuevas formas de producir, distribuir y consumir alimentos.
Gracias a estos premios y a casos de éxito como el de la ensaladera que se puede comer –aunque resulte un poco dura–, Feltwood ha ido ganando cierta visibilidad en el mercado. También para darse a conocer, han participado en numerosos eventos. Entre otros, el Cajamar Food and Future, celebrado en Zaragoza en el año 2019 organizado por Cajamar bajo el tema ‘Economía circular: generando valor a partir de los subproductos agroalimentarios’, donde participó Longares como ponente.
“A nosotros siempre no ha interesado mucho la relación con Cajamar –declara Longares–. No sólo porque es el banco de referencia en el sector, algo que siempre resulta atractivo a una startup como la nuestra, sino también por el valor y la innovación que aportan al ecosistema agroalimentario y su estrecha relación con los distintos actores, especialmente en Andalucía que, en definitiva, es la huerta de Europa”.
El reto principal de la economía circular es demostrar que se puede ser igual de eficaz sin dañar el planeta ni disparar costes. Con ese propósito se levantan cada mañana los 9 integrantes del equipo de Feltwood convencidos de su contribución a hacer el mundo un poco mejor.