Dynamical Tools, empresa emancipada de CEEIARAGON, está encontrando perfectamente un hueco en el mercado de las impresoras 3D a nivel internacional. Sus productos, eficaces tecnológicamente, pueden ser asequibles para empresas de ámbitos industriales que no pueden invertir tanto dinero en esas máquinas con costes estratosféricos que ofrecen gigantes del sector pero que quieren contar con herramientas que les permiten abaratar procesos productivos con garantías.
Esta semana, Pablo Murillo, CEO de Dynamical Tools, y dos miembros de su equipo, Sergio Julián y Pablo Palacín, han estado en Japón para promocionar sus nuevas máquinas en la feria TCT Show de Tokio, certamen ‘hermano’ de otros que se celebran en Birmingham (Reino Unido) –donde ya estuvieron– y en Detroit (Estados Unidos)–a la que irán–. Así apoyaron en la cita a su distribuidor nipón, hicieron contactos con uno para Corea del Sur y tuvieron ocasión de practicar una y mil veces esas reverencias que tanto gustan a los japoneses.
Esta feria internacional TCT JAPAN se realiza en uno de los ultramodernos edificios de convenciones , el Tokyo Big Sight, y es uno de los mayores eventos de impresión 3D en Asia
Dynamical Tools está «atacando» los mercados internacionales, lo que le permitió facturar 1,1 millones de euros en 2018, superando expectativas, y que prevé alcanzar en 2019 los 2,5 millones, una cifra que será mayor si el ejercicio se desarrolla con el ritmo de este mes de enero. Su equipo humano también va creciendo, y a las 26 personas que están hoy se sumarán en breve 3 o 4 más.
En Tokio, Dynamical Tools presentó su máquina DT60, una impresora 3D de tecnología FFF con nuevo sistema motriz, cámara de alta temperatura, doble cabezal de impresión, y la HT45, que es capaz de imprimir en diferentes materiales industriales. La receptividad que perciben Pablo Murillo y su gente es muy positiva, como constataron de modo especial en la feria Formnext de Fráncfort, Alemania, en noviembre pasado. La compañía va ampliando horizontes con distribuidores que venden sus máquinas en países tan dispares como Francia, Bélgica, Alemania o Rusia, pasando por India y Nepal y, cruzando el Atlántico, a México y –próximamente– a Estados Unidos.