La CEO de Libelium, empresa originaria de CEEIARAGON, considera que en la nueva era poscovid los datos y el internet de las cosas serán a medio plazo una palanca de cambio exponencial para las sociedades y la sostenibilidad
La crisis sanitaria del covid-19 ha provocado que gobiernos, empresas y sociedad civil avancen hacia modelos más sostenibles e innovadores y reflexionen sobre cómo transformar sus modos de actuación. Según Alicia Asín, cofundadora y CEO de Libelium —multinacional española experta en el desarrollo del internet de las cosas—, «se abre una nueva era poscovid. La era de los datos, que nos permitirán tomar decisiones más seguras y fomentar una transición sostenible».
Libelium es una empresa de sensórica que inició sus pasos en CEEIARAGON hace ahora 13 años. La empresa permaneció en este vivero de empresas innovadoras y tecnológicas un periodo de 8 años emancipándose en 2014 ya como empresa consolidada. Desde su nacimiento, Libelium se ha convertido en un referente en el campo del denominado Internet de las Cosas, operando en los 5 continentes, con más de 50 empleados y una facturación superior a 5,4 millones de euros.
Alicia Asín ha sido la séptima invitada a los encuentros del proyecto #aBetterWay de la plataforma de sostenibilidad Quiero. A raíz de estas conversaciones guiadas por Sandra Pina, directora general de Quiero, El Confidencial y Banco Sabadell han puesto en marcha el ciclo ‘Economía con impacto’, cuyo objetivo es analizar el efecto que tienen los modelos económicos actuales en el medio ambiente y en las personas y presentar soluciones que permitan desarrollar sociedades sostenibles.
PREGUNTA. Cada vez es más relevante el rol de la tecnología para resolver problemáticas ambientales y sociales. Sabemos que está a nuestra disposición para hacerlo, pero también hay que querer. ¿Cuál crees que es el potencial que tiene hoy la tecnología para contribuir a seguir avanzando en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en esa tensión entre querer y poder?
RESPUESTA. Tenemos que dar un gran salto cultural. Sin duda, el covid-19 ha hecho en este sentido mucho más por la digitalización que lo que podrían haber hecho internamente los líderes. Hay que tener en cuenta, cuando hablamos de tecnología, que trabajamos con personas que en muchas ocasiones son resistentes al cambio y a adoptar nuevas formas de trabajo (videoconferencias, entornos colaborativos…). Lo mismo ocurre cuando hablamos de cómo puede impactar la tecnología en el desarrollo sostenible. Pero los datos están ahí: la tecnología nos puede hacer ahorrar hasta un 20% o un 30% de agua a la hora de regar parques y jardines. ¿Qué requiere? De un proceso de culturización. Y de otro ingrediente muy importante: la medición.
P. Desde Libelium, habéis hecho mucha didáctica al mismo tiempo que seguís trabajando en innovación. Precisamente, cuando miramos este momento de pandemia, si algo nos ha traído es muchas iniciativas innovadoras. ¿Cuáles son las barreras fundamentales que encontramos en la innovación, es una cuestión de ‘mindset’ o de comportamientos?
R. La innovación siempre conlleva una serie de factores de riesgo. ¿Cuál es la gran barrera que veo en relación con la tecnología y la innovación? Que muchas veces quienes se acercan a su uso lo hacen exclusivamente con el deseo de confirmar sus hipótesis o de llevar a cabo unas ideas que han sido pensadas en un papel. A veces, los equipos no están preparados para que les digan que no, que hay que testar primero antes de implementar. Y la respuesta que se recibe es de cancelar el proyecto cuando no funciona. Para innovar y para usar tecnología, hay que tener la mente muy abierta. La tecnología está para encontrar realmente lo que está pasando, no para lo que creemos o queremos que pase.
P. ¿Cómo podemos dejar salir ese espíritu más emprendedor de cara a reconstruir un nuevo modelo verde?
R. Partamos de lo más básico: lo primero que necesita cualquier empresa para desarrollarse es que se reactive la economía. Hablamos de un nuevo modelo productivo más verde. Es momento de aprovechar esta coyuntura para consolidar algunas iniciativas como el teletrabajo. No solo desde el punto de vista de la conciliación, sino también de la cantidad de toneladas de dióxido de carbono que podemos evitar al no realizar desplazamientos diarios a los centros de trabajo. La tecnología en este sentido puede ser rehabilitadora.
P. ¿Qué hacemos con esa regulación en Europa que no ayuda a fomentar proyectos de emprendimiento?
R. Nosotros, por ejemplo, hemos puesto en marcha detectores de fiebre para fomentar la confianza de consumidores, trabajadores y empresarios que tienen que abrir sus establecimientos. Con estas iniciativas propiciadas por la tecnología, chocas con el debate de la privacidad. En EEUU, esto no se pone de relieve. Se prioriza la reapertura y que se puedan desarrollar las empresas. En Europa, la regulación suele ser muy estricta en la parte de privacidad. En muchos casos, esto es positivo, pero creo que tendríamos que contar con una regulación mucho más proactiva, que acompañe, preparada para incorporar las innovaciones a los modelos productivos, tener la mente abierta y valorar de manera racional qué parte de la privacidad se puede comprometer y cuál es la alternativa de no tener esa innovación.
P. ¿Qué impulsos se necesitan del sector público para trabajar conjuntamente con proyectos, como el vuestro, del sector privado?
R. No tenemos una gran experiencia a la hora de generar colaboraciones institucionales con empresas que son muy pequeñas. La realidad es que al final la mayor parte de la colaboración institucional es con grandes empresas. No creo que sea un problema. Pero sí tendríamos que identificar que si queremos más innovación en lo público, habría que fomentar la colaboración con empresas que, aunque sean más pequeñas, pueden aportar mucho y trabajar rápido.
P. Hay también una gran oportunidad en fomentar esos lazos entre la empresa pequeña y la empresa grande, además del vínculo institucional, como comentas. ¿Dónde podríamos encontrar el valor en estos acercamientos pequeña-gran empresa? ¿Dónde dirías que está la oportunidad para unas y otras?
R. Creo que uno de los grandes puntos está en alinear las expectativas del CEO de la gran empresa con las de la persona en la organización que va a trabajar directamente con la pequeña empresa. ¿A qué me refiero con esto? A que muchas veces los altos directivos tienen una estrategia clara de contar con la empresa pequeña como un laboratorio de innovación, pero luego en los procesos internos y en el trabajo diario se pierde esta energía. Por ejemplo, la cadena de pagos de las multinacionales puede llegar a ser inasumible para una pequeña empresa.
P. Desde tu propia experiencia como CEO de una empresa con presencia en 120 países, ¿cómo se puede mejorar la conversación interna para trasmitir esa visión del CEO a todos los trabajadores? ¿Cuál es la puerta de acceso?
R. Puede ser en el proceso. Muchas empresas han creado ‘spin offs’ de sus propios equipos para aplicar unas reglas diferentes. A veces, hay que entender que, para negocios incipientes —como el internet de las cosas—, se requieren nuevas reglas: a quién coloco en este equipo, que sea ágil, que reporte y que responda con otras presiones al resto de la compañía. En algunas empresas lo han intentado así y es un reto absoluto.
Sandra Pina, directora general de Quiero
P. ¿Cuáles son esas áreas de oportunidad donde realmente el internet de las cosas va a poder generar una disrupción?
R. Son varios. Empezaría por la movilidad. Hoy estamos hablando ya de repensar las ciudades, de fomentar nuevos medios de transporte. Por primera vez las expectativas de intención de compra de vehículos se están incrementando, porque la gente tiene miedo del transporte público por la pandemia. Las soluciones que optimicen la gestión de rutas, así como el aparcamiento inteligente van a ser mucho más demandadas a corto y medio plazo. También en la contaminación y en su medición. Estamos acostumbrados a ver cómo los gobiernos toman decisiones en función de los informes de las estaciones metereológicas que no tienen capilaridad. El hecho de poner sensores de menor coste en diferentes puntos de la ciudad para concretar mediciones puede ayudar a mejorar la información que se recibe.
La tecnificación en las personas de mayor vulnerabilidad puede generar una sociedad más igualitaria
Igualmente creo que en la agricultura hay mucho que hacer en la parte ambiental. Para 2050 hay que incrementar la producción agrícola en un 70% para ser capaces de generar alimentos para toda la población aplicando nuevas técnicas y nuevas tecnologías. La buena noticia es que ya estamos viendo la tendencia de generar huertos verticales que funcionan con menos agua en muchas regiones de Asia; y somos capaces de optimizar los proyectos de irrigación y ahorrar entre un 20 y un 30% de recursos hídricos necesarios solo aconsejando cuándo es el mejor momento para no regar más porque las raíces ya tienen suficiente agua.
P. Hablábamos del agua. ¿Qué otras áreas son clave para que el uso de la tecnología genere un impacto exponencial en el medio plazo?
R. El ámbito social en dos vertientes. Por un lado, el impacto que puede tener la tecnificación en las personas de mayor vulnerabilidad para generar una sociedad más igualitaria. Por otro, la transparencia. Hablamos de la ‘datocrización’. Es decir, de datos, de tomar decisiones porque los datos me lo respaldan. Con ello podemos tener una mayor transparencia y una democracia más sana y saludable.